Educar en valores es hoy en día más importante que nunca. El mundo y la sociedad en los que vivimos se encuentran en continuo cambio. Un cambio que afecta a todos los aspectos de nuestra vida, y que desgraciadamente en muchas cuestiones no es a mejor. Un triste ejemplo lo tenemos en los valores que rigen nuestra sociedad: demasiado a menudo vemos una erosión o carencia en los mismos, que entre otras cosas hace que se pierda el respeto a la autoridad y a nuestros semejantes en multitud de ámbitos.

Esta disminución en la percepción y el respeto a las normas que nos hacen vivir en sociedad está detrás de muchos comportamientos o circunstancias dañinos en los adolescentes de hoy, en mayor o menor medida: adicciones al alcohol, drogas u otras sustancias; situaciones de bajo rendimiento o incluso fracaso escolar; dependencia de las nuevas tecnologías hasta puntos excesivos; adicción al juego, mayor agresividad y violencia… De todo ello se extrae que educar en valores sea tan importante desde la infancia, cuando nuestros jóvenes se están desarrollando y pueden asimilar más fácilmente las reglas y los límites que requiere su correcta educación.

Si bien la inmensa mayoría de padres y madres es consciente de la importancia de educar en valores, no en todas las familias se lleva a cabo una rutina que lo permita. Por eso, hoy queremos dedicarle este espacio a darte una serie de recomendaciones que te permitan incorporar hábitos, normas y límites en el desarrollo de tus hijos, con la idea de que su asimilación acabe por convertir esos valores en virtudes de cara a la adolescencia.

 

Sustituir amenazas incumplidas por consecuencias inmediatas

En algún momento de su infancia todos los niños experimentan etapas rebeldes donde las rabietas y el desafío se convierten, sino en una constante, al menos sí en algo más habitual de lo que cualquier madre y/o padre desearían.

Ante estas circunstancias, el comportamiento lógico de un adulto debe pasar por razonar con el menor. No obstante, somos conscientes de que, sobre todo en edades muy tempranas, el razonamiento tiene poco recorrido. El verdadero problema viene cuando pasamos de razonar a amenazar, y en la mayoría de ocasiones esa amenaza se pospone, pospone… y nunca llega a cumplirse.

“Te vas a ir a la cama sin cenar”. “Te vas a quedar castigado sin salir”. “Te vamos a quitar los regalos”. ¿Suena familiar? En el amor que los padres sienten por sus hijos esas amenazas no se hacen realidad, en la mayoría de ocasiones, porque parecen demasiado duras. En consecuencia, el niño aprende rápido que esas palabras no tienen valor.

En su lugar, en Adinfa recomendamos sustituir amenazas por consecuencias reales y directas según el comportamiento del menor. Nuestro hijo debe aprender de forma razonada que sus caprichos tienen límite. Y que saltarse los límites supone un castigo claro y justo (aunque él/ella no lo entienda) que siempre se cumple.

 

Predicar con el ejemplo en todos los aspectos

Los niños aprenden lo que ven en casa y en su grupo de iguales, y replican estos comportamientos desde muy temprana edad. Primero lo hacen de forma inconsciente, sin darse cuenta, pero poco a poco esas conductas se convierten en parte de sí mismos, hasta terminar siendo hábitos adquiridos.

Debemos ser conscientes, como padres, de que esta mecánica se aplica tanto a lo bueno como a lo malo. Ser ejemplo para nuestros hijos nos convierte en modelos que imitarán de un modo u otro, por lo que también podemos transmitirles comportamientos poco deseables que acaben convirtiéndose en vicios.

Está claro que nadie es perfecto. Todos cometemos errores fuera y dentro del hogar, pero como padres y madres tenemos la responsabilidad de predicar con el ejemplo a nuestros hijos y evitar actuaciones que puedan erosionar su confianza y el respeto que de forma innata sentirán hacia nosotros.

 

Establecer normas claras y razonables

Como decíamos más arriba, es importante establecer consecuencias para las actuaciones del menor que se salgan de lo deseable. Pero para ello es imprescindible también crear reglas claras que nuestro hijo aprenda a respetar.

Muchos padres y tutores piensan que las normas pueden establecer ámbitos educativos demasiado estrictos, pero lo cierto es que la ausencia de reglas impide al menor entender dónde están los límites. Y debemos ser conscientes de que, incluso aunque en el hogar estemos dispuestos a esto, el resto de entornos en los que el joven se moverá estarán determinados, sin lugar a dudas, por límites de menor o mayor calado.

Por lo tanto, establecer límites y normas en la educación de nuestros hijos es una tarea fundamental que no sólo permite la convivencia en el hogar, sino que además les ayuda a reforzar su identidad y su capacidad de autocontrol. En el artículo que acabamos de enlazar damos más detalles sobre este aspecto, y cómo lo puedes abordar para que el menor aprenda a respetarse a sí mismo y a quienes le rodean.

 

Educar en valores de paciencia, empatía y tolerancia

Una de las cuestiones que más vemos desde Adinfa al tratar con menores y sus familias tiene que ver con la poca paciencia y tolerancia a la insatisfacción que presentan los jóvenes de hoy. En un mundo caracterizado por la inmediatez y la rapidez en muchos aspectos cotidianos, notamos que los menores se están acostumbrado a tenerlo todo en el momento y no saben gestionar su frustración.

La tecnología y los dispositivos móviles tienen mucho que ver en esto. Pensemos, por ejemplo, en un niño que quiere ver dibujos animados. Hace años, cuando no teníamos acceso a la tecnología de hoy, algo tan simple como esos minutos de entretenimiento eran esperados y disfrutados al máximo por el menor, puesto que los dibujos llegaban a horas muy concretas. En cambio, hoy en día un niño puede consumir estos contenidos cuando quiera y donde quiera. Y, además, a la carta.

El niño de hoy desarrolla poca paciencia porque, sencillamente, no necesita tenerla en muchos aspectos de su día a día. Sin embargo, esto no se aplica a otras realidades de nuestra vida diaria. De ahí que sea tan importante que, como padres y madres, enseñemos a nuestros hijos a esperar, a ponerse en la situación de los demás y a gestionar esas emociones que surgen cuando las cosas no salen como uno quiere.

 

Otros aspectos importantes que ayudan a educar en valores

Aunque los puntos comentados nos parecen de los que más deben tenerse en cuenta y trabajarse desde el hogar y a edades lo más tempranas posibles, sin duda existen otras muchas cuestiones que se pueden abordar a la hora de educar en valores. A continuación señalamos algunas:

  • Establecer hábitos de consumo, sociales y de alimentación saludables.
  • Fortalecer el valor de una amistad desinteresada y sincera.
  • Enseñar a respetar el bien común y la naturaleza, siendo cívicos.
  • Mostrar la importancia de la generosidad y la bondad hacia los demás.
  • Corregir desde el amor, el respeto y la autoridad positiva.
  • Apoyar desde la comprensión y la tolerancia.

Como decíamos antes, este tipo de valores deben enseñarse predicando con el ejemplo. Sólo así seremos capaces de lograr que el menor crezca de forma ordenada, fortaleciendo la confianza que debe tener en nosotros y en sí mismo.