Los últimos meses antes de despedir el 2022 estuvieron salpicados por tristes noticias relativas al aumento de la violencia en adolescentes. Se trata de un problema social y familiar que preocupa cada día más a los expertos, no sólo por el aumento de casos y situaciones, sino también por la creciente gravedad de los mismos.
Desde Adinfa ya hemos intentado analizar algunas de las causas y factores que explican este aumento de la violencia juvenil, y que en parte son una respuesta a ese “estado de agresividad permanente” en el que se encuentra inmersa nuestra sociedad.
El cine, los videojuegos, la música, la televisión, ciertos deportes y hasta el propio ejercicio de movilidad que debemos ejercer día a día en nuestras ciudades reflejan constantemente patrones agresivos que calan poco a poco en nuestros jóvenes. ¿Cómo escapar de esta rutina o, al menos, intentar minimizarla como padres/madres o tutores?
En este artículo queremos aportarte cinco consejos para prevenir la violencia en adolescentes.
Transmitir amor, respeto y comprensión
La adolescencia es una etapa muy complicada en la vida de nuestros hijos, que requiere enormes dosis de paciencia, comprensión y hasta psicología para que padres y madres entiendan bien lo que pasa por la mente del joven y por qué se comporta como lo hace.
Aunque pueda sonar típico, debemos ser conscientes de que el amor es un arma muy poderosa en la lucha contra multitud de escenarios indeseables en la vida de los hijos. Un adolescente que se siente verdaderamente querido y apoyado por su familia se sentirá también más reforzado y seguro.
Por el contrario, el joven que no percibe ese respaldo familiar flaqueará más fácilmente ante su grupo de iguales: se sentirá más inseguro y, a la postre, podrán influirle o coaccionarle para que forme parte de lo que otros están haciendo. Y no debemos olvidar que los comportamientos violentos en adolescentes se ejercen muchas veces en grupo…
Desgraciadamente, muchos progenitores confunden el amor con la concesión, con darle al niño todo lo que pide para que sienta que sus deseos son satisfechos. Nada más lejos de la realidad. Amar implica educar con autoridad positiva: evitar mimar en exceso y sobreproteger, sabiendo poner topes y estableciendo reglas coherentes en la convivencia familiar.
Educar en normas y valores desde la infancia
Siguiendo con lo que acabamos de comentar, madres y padres deben comprender desde muy temprano la enorme importancia que tiene establecer límites y normas en la educación de los hijos.
Desde Adinfa nos encontramos en muchas ocasiones con familias que temen ser autoritarias si imponen reglas. Este miedo debe perderse. Los padres deben comprender que la disciplina y la aplicación de pautas no sólo son imprescindibles en el hogar, es que además proporcionan a nuestros hijos una mayor seguridad y facilitan su autocontrol emocional.
Como decíamos antes, esa seguridad y confianza son fundamentales para el joven, así como la capacidad de controlar sus emociones. Debemos tener en cuenta que la gestión de la insatisfacción, que puede derivar en enfados y rabia, es fundamental para que no derive en una creciente agresividad, que a la postre puede provocar comportamientos violentos.
Estrechar lazos emocionales
Querer y educar son acciones muy vinculadas con la empatía hacia el adolescente. Como decíamos más arriba la adolescencia es una etapa difícil y, aunque todos los adultos hemos pasado por ella, curiosamente son pocos los que cuando, están en la posición de sus padres, recuerdan lo que era ser joven. En otras palabras: hay que trabajar en empatizar de verdad con el adolescente.
Esto, somos conscientes, es más fácil decirlo que hacerlo, pero debe comenzar con un proceso de escucha activa cargado de paciencia y buena voluntad. La comunicación con el adolescente se convierte en una herramienta fundamental para conocer sus miedos, frustraciones, preocupaciones… y tratar de entender desde la óptica del joven ese conjunto de problemas que a nosotros pueden parecernos menores, pero para ellos son un mundo. Su mundo.
Desde Adinfa recomendamos siempre a padres y madres que escuchen mucho y con atención. El objetivo no es tanto intentar darle una solución al adolescente, como hacerle ver que le comprendemos y que estamos ahí si necesita nuestra ayuda. De nuevo, reforzar su autoestima, confianza y seguridad.
Informar sobre los peligros que le rodean
Además de escuchar mucho y bien, este proceso de prevención de la violencia en adolescentes también implica hablar, por supuesto. En este sentido, nuestro consejo va en la línea de encontrar los momentos oportunos para explicarle a nuestro hijo los peligros y riesgos con los que se encontrará durante su adolescencia: drogas, alcohol, malas compañías…
Para ello es importante evitar que el menor perciba esto como “la charla”. Lograrlo no es fácil, pero la experiencia nos dice que las familias que mantienen una actitud empática y asertiva logran mejores resultados que aquellas que sólo se preocupan de “soltar un sermón”.
Por ejemplo, suele ser un error acorralar o sorprender al joven para que nos escuche. En cambio, proponer un debate o una conversación abierta tiende a estrechar mejores lazos. Cada familia, padre y/o madre debe encontrar su momento, que puede ser durante el transcurso de una actividad familiar, a lo largo de una sobremesa, etc.
Además, estas conversaciones no deben plantearse nunca con el objetivo de ser “ganadas”. Esto implica renunciar a argumentos que puedan criticar o abochornar al adolescente, y en su lugar aportar datos, opiniones y experiencias que nos ayuden a conectar con el joven, pero sin compararle con sus iguales (mencionar el ejemplo de amigos o familiares de su edad suele generar rechazo, y debemos evitarlo).
Aunque pueda parecer que este consejo va orientado a prevenir otro tipo de problemas, y en concreto las adicciones a drogas, alcohol u otras sustancias, lo cierto es que en la mayoría de ocasiones todo está conectado. Debemos tener en cuenta que el desarrollo de adicciones acarrea comportamientos violentos en muchos casos.
Construir momentos de calidad en familia
El último consejo que queremos compartir contigo en relación a la prevención de la violencia en adolescentes tiene que ver con el tiempo que pasamos en familia. Tristemente, el mundo en el que vivimos hoy en día es un mundo dominado por la prisa, la saturación de trabajo y la escasez de momentos de cercanía familiar.
Algo tan sencillo como compartir un almuerzo o una cena en familia, realizar breves escapadas, pasear, jugar juntos a juegos de mesa, acudir a algún evento elegido en común… son actividades tan escasas como necesarias hoy en día para reforzar los vínculos familiares.
Estas y otras actividades en familia facilitan no sólo el estrechamiento de lazos, sino también encontrar los momentos adecuados para comunicarnos con el joven, como ya explicábamos más arriba. Tanto una cosa como la otra favorecen al fin y a la postre el cumplimiento de la misma meta: que el adolescente no sólo se mantenga alejado de la violencia, sino que además aprenda a rechazarla.
Ayuda profesional frente a la violencia en adolescentes
Como decimos siempre, en Adinfa nos esforzamos por comunicar, asesorar y apoyar a familias y a la sociedad en general acerca de estas cuestiones. Pero, desgraciadamente, incluso en casos en los que se han aplicado estos y otros muchos consejos la situación se convierte en insostenible.
Para esos casos sólo podemos recomendar la ayuda de profesionales, y cuanto más temprano mejor. Como en otras muchas circunstancias de nuestra vida, si no se logra la prevención al menos debe buscarse la actuación más pronta posible, puesto que la violencia en adolescentes también se agrava con el paso del tiempo.
Si estás leyendo esto y sientes que tu hijo/a se está perdiendo en una espiral de violencia, contacta con nosotros. Nuestro equipo de profesionales sanitarios y educadores cuenta con las herramientas necesarias para apoyaros a ambos y lograr que volváis a ser una familia unida.